El Esqueleto de la Señora Morales, es una película mexicana de humor negro, quizás la única que se ha filmado en México. Dirigida por Rogelio A. González, fue filmada en las postrimerías de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano (1959), y es considerada por varios críticos como una de las mejores cintas mexicanas de todos los tiempos.
La cinta jamás hubiese disfrutado del éxito alcanzado de no ser por las actuaciones brindadas por los actores estelares: Arturo de Córdova (antes de que su cuerpo mostraros los estragos de la enfermedad que padecía, Antonio Bravo y Amparo Rivelles.
De acuerdo a la revista Somos, en una lista publicada en julio de 1994, el filme ocupa el lugar 19 dentro de la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, según la opinión de 25 críticos y especialistas del cine en México.1 Hay amplio consenso de que es la única cinta de humor negro producida por el cine mexicano en su Época de Oro.
Pablo Morales (Arturo de Córdova), es un taxidermista esencialmente optimista, ama a los niños, añora tener hijos y un hogar luminoso, pero enfrenta el fanatismo y la amargura de Gloria (Amparo Rivelles), su hermosa mujer, que vive amargada, obsesionada, fanatizada y acomplejada por un defecto en la rodilla. Ambos viven en una casa tenebrosa y obscura, en un ambiente lúgubre y ominoso, magnificado por el carácter de Gloria y sus amistades, que agobian a Pablo y acaban por convertir la vida de ambos en un verdadero infierno.
Debido al trabajo de Pablo, a Gloria le da asco la carne y no tolera ver a su esposo comerla, por lo que es notable la escena donde Pablo le pide a escondidas a la sirvienta (Rosenda Monteros) un trozo de carne "de este grueso", señalando con los dedos índice y pulgar el grosor del filete.
Gloria tampoco permite que Pablo tenga acceso a su intimidad y, pese a que el cuerpo de esta lo vuelve loco, la negativa nunca se hace esperar. Hay una escena donde Pablo elogia la belleza de Gloria y la firmeza de su cuerpo, mas sus avances son detenidos cuando Gloria le indica a Pablo "lávate las manos y ponte alcohol", como señal del asco que le da la profesión de él.
Gloria se distingue por aparentar frente a la sociedad una piedad y una caridad religiosa que la hace ser muy apreciada entre sus amistades devotas y pías y el siempre antipático y entrometido padre Artemio Familiar (Antonio Bravo). Es en este punto donde la película comienza a escalar fílmicamente, pues da inicio a un duelo de personalidad entre el padre Familiar y Pablo. Éste último cuestiona a Gloria y al mismo padre Familiar que su esposa quiera proporcionar más caridad que el resto del grupo, lo que Pablo califica como pecado de soberbia; el padre Familiar, forzado por el peso del argumento, se ve obligado a coincidir con el esposo de Gloria.
Pablo es además hostigado por el matrimonio formado por Clara (Angelines Fernández), la hermana de Gloria, y Elodio (Luis Aragón), el bronco concuño. Esto llega a un extremo cuando Gloria se lastima a sí misma para culpar a Pablo de haberla golpeado.
Las cosas se precipitan cuando Pablo decide matar a su mujer, recordando una conversación que había tenido con sus amigos acerca del crimen perfecto. Él había asegurado que una persona puede cometer el crimen perfecto si después es juzgada y absuelta, evitando así sentir la culpa que de otra manera la pondría en evidencia.
Pablo lleva adelante sus planes y termina con la vida de Goria, envenenándola, y después de cometer el asesinato, exhibe en un aparador un esqueleto con un defecto en la rodilla que hace sospechar a todos de Pablo como el asesino, por lo que es arrestado y juzgado. Pese a la vigorosa acusación del padre Familiar y del grupo de amigos de Gloria, es absuelto debido a que el registro médico de Gloria mostraba que su deformación no era ósea.
Ya libre, Pablo se confiesa con el padre Familiar, y en secreto de confesión admite haber asesinado a Gloria. En un punto de su duelo, ante las continuas interrupciones del padre Familiar, Pablo le replica: "me estoy confesando yo, no usted". Posteriormente, cuando el padre Familiar amenaza con denunciarlo ante las autoridades por el crimen, Pablo le replica que no puede ser juzgado dos veces por el mismo crimen y, además, lo revelado se había dicho en secreto de confesión. El padre Familiar no puede creer lo que oye, y le pregunta a Pablo por qué se lo ha contado, a lo que Pablo responde: "[...] Para que tenga en qué pensar. Y para que rece y pida perdón por mí [...] porque yo no puedo: no estoy arrepentido".
Finalmente, sin embargo, Pablo y los amigos de Gloria mueren al tomar por error de la bebida envenenada de Gloria, como símbolo de que su asesinato no podía quedar impune.
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